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stagione concertistica
Chiesa di Donnalbina 09/10/2025
Daniela Innamorati, Mezzosoprano
Stefano Innamorati, Pianoforte
Canciones
PROGRAMMA
Manuel de Falla (1876 –1946)
Siete canciones populares españolas
El paño moruno
Seguidilla murciana
Asturiana
Jota
Nana
Canción
Polo
Joaquín Turina (1882 – 1949)
Poema en forma de canciones Op. 19
Dedicatoria
Nunca olvida
Cantares
Los dos miedos
Las locas por amor
Carlos Guastavino (1912 – 2000)
La rosa y el sauce
Se equivocó la paloma
Milonga de dos hermanos
Alberto Ginastera (1916 – 1983)
Dos Canciones Op. 3
Canción al arbol del olvido
Canción a la luna lunanca
Astor Piazzolla (1921 – 1992)
Cuatro Canciones Porteñas
Jacinto Chiclana
El títere
A Don Nicanor Paredes
Alguien le dice al tango
Chiquilin de Bachín
Los pájaros perdidos
Daniela Innamorati, Mezzosoprano
Stefano Innamorati, Pianoforte
Daniela Innamorati. Nata a Napoli, ha intrapreso lo studio del canto al Conservatorio San Pietro a Majella, affiancando lo studio della musica a quello delle Lettere Classiche.
Ha iniziato fin da giovanissima la sua carriera cantando nei principali teatri italiani, tra cui il Teatro San Carlo di Napoli, il Teatro La Fenice di Venezia, il Carlo Felice di Genova.
Dotata di una voce piena da mezzosoprano spinto, ha fin da subito raggiunto importanti riconoscimenti e riscosso grandi consensi di pubblico. La sua carriera internazionale è iniziata al Royal Opera House di Londra debuttando come Maddalena in Rigoletto nella stagione 2010/2011.
I momenti salienti della sua carriera includono Carmen al Teatro Bellini di Catania; Suzuki nella Madama Butterfly al Teatro San Carlo di Napoli, al Teatro La Fenice di Venezia in tournée a Beijing, Teatro Municipale G. Verdi di Salerno; Fenena nel Nabucco al Verdi Festival di Parma, Teatro Petruzzelli di Bari; Maddalena in Rigoletto al Teatro Comunale di Modena e al Teatro Regio di Parma, alla Fenice di Venezia, al Teatro Petruzzelli; Teresa nella Sonnambula al Royal Opera House di Muscat in Oman in tournée con il Teatro Filarmonico di Verona; Federica nella Luisa Miller al Teatro Carlo Felice di Genova; Flora in La Traviata al Teatro San Carlo di Napoli, al Teatro La Fenice di Venezia, al Teatro Petruzzelli di Bari.
Tra i direttori d’orchestra con cui ha lavorato, solo per citarne alcuni, includiamo: Daniel Oren, Renato Palumbo, Nicola Luisotti, Michele Mariotti, Giampaolo Bisanti, Andrea Battistoni, Dan Ettinger, Diego Matheuz, Yves Abel.
Tra i registi, invece, ricordiamo: Roberto De Simone, Daniele Abbado, David McVicar, Lamberto Puggelli, Hugo De Ana, Henning Brockaus, Graham Vick, Joseph Franconi Lee.
Stefano Innamorati, napoletano, si è diplomato prima in Pianoforte e poi in Clavicembalo col massimo dei voti al Conservatorio San Pietro a Majella di Napoli, dove ha infine conseguito con il massimo dei voti e la lode il Diploma Accademico di II Livello in Discipline Musicali – Pianoforte sotto la guida di Massimo Bertucci. Si è laureato con lode in Lettere classiche con una tesi in Storia della Musica presso l’Università degli Studi di Napoli Federico II, dove ha conseguito anche la specializzazione all’insegnamento per l’indirizzo Musica e Spettacolo. Vincitore di concorsi nazionali e internazionali come solista e in gruppo cameristico, ha proseguito gli studi di perfezionamento pianistico con Carlo Bruno, prendendo parte, inoltre, a masterclasses con Sergio Fiorentino, Jürg von Vintschger, Luigi Chiapperino, Aldo Ciccolini e Piero Rattalino. Si è esibito in Italia e all’estero sia in qualità di solista che in formazioni cameristiche e orchestrali. All’attività concertistica affianca quella di ricerca nel campo musicologico e storico-musicale con numerose conferenze-concerto, pubblicazioni e collaborazioni con vari enti e associazioni musicali e universitarie; particolarmente significativa la collaborazione al volume NAPOLI 1799, a cura di R. De Simone. Ha insegnato, inoltre, Storia e tecnologia degli strumenti, nell’ambito del Biennio Specialistico presso il Conservatorio C. Gesualdo da Venosa di Potenza. Attualmente è docente di Pianoforte presso il Liceo Musicale Melissa Bassi di Napoli.
Siete Canciones populares españolas
Musica: Manuel de Falla
Testo: Tradizionale
El paño moruno
Al paño fino, en la tienda,
una mancha le cayó;
por menos precio se vende,
porque perdió su valor…
Seguidilla murciana
Cualquiera que el tejado
tenga de vidrio,
no debe tirar piedras
al del vecino.
Arrieros semos;
puede que en camino
nos encontremos!
Por tu mucha inconstancia,
yo te comparo
con peseta que corre
de mano en mano:
que al fin se borra,
y creyéndola falsa
nadie la toma.
Asturiana
Por ver si me consolaba,
arrimeme a un pino verde,
por ver si me consolaba.
Por verme llorar, lloraba,
y el pino, como era verde,
por verme llorar, lloraba.
Jota
Dicen que no nos queremos,
porque no nos ven hablar.
A tu corazón y al mío
se lo pueden preguntar.
Ya me despido de ti,
de tu casa y tu ventana.
Y aunque no quiera tu madre,
¡adiós, niña, hasta mañana!
Nana
Duérmete, niño, duerme;
duerme, mi alma,
duérmete, lucerito,
de la mañana.
Canción
Por traidores, tus ojos,
voy a enterrarlos;
no sabes lo que cuesta,
«Del aire»
niña, el mirarlos.
«Madre, a la orilla».
Niña, el mirarlos.
«Madre».
Dicen que no me quieres;
ya me has querido...
Vayase lo ganado
«Del aire»
por lo perdido.
«Madre, a la orilla».
Por lo perdido.
Polo
¡Ay!
Guardo una pena en mi pecho
que a nadie se la diré.
¡Malhaya el amor, malhaya,
y quien me lo dió a entender!
Poema en forma de canciones Op. 19
Musica: Joaquín Turina
Testo: Ramón de Campoamor
Dedicatoria
Nunca olvida
Ya que este mundo abandono,
ántes de dar cuenta á Dios,
aquí para entre los dos,
mi confesion te diré.
Con toda el alma perdono
hasta á los que siempre he odiado.
¡Á tí, que tanto te he amado
nunca te perdonaré!
Cantares
¡Ay! Más cerca de mí te siento
cuando más huyo de tí,
pues tu imágen es en mí
sombra de mi pensamiento.
Vuélvemelo a decir,
pues, embelesado, ayer
te escuchaba sin oír,
y te miraba sin ver.
Los dos miedos
Al comenzar la noche de aquel día,
ella, lejos de mí,
¿Por qué te acercas tanto? Me decía.
¡Tengo miedo de tí!
Y después que la noche hubo pasado,
dijo, cerca de mí:
¿Por qué te alejas tanto de mi lado?
¡Tengo miedo sin tí!
Las locas por amor
Te amaré, diosa Venus, si prefieres
que te ame mucho tiempo y con cordura.
Y respondió la diosa de Citeres:
Prefiero, como todas las mujeres,
que me amen poco tiempo y con locura.
Te amaré diosa Venus, te amaré.
La rosa y el sauce
Musica: Carlos Guastavino
Testo: Fernán Silva Valdés
La rosa se iba abriendo
abrazada al sauce.
El árbol apasionado
la amaba tanto!
Pero una niña coqueta
Se la ha robado
y el sauce desconsolado
la está llorando.
Se equivocó la paloma
Musica: Carlos Guastavino
Testo: Rafael Alberti
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al Norte, fue al Sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas eran rocío;
que la calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón su casa.
Se equivocaba.
Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.
Milonga de dos Hermanos
Musica: Carlos Guastavino
Testo: Jorge Luis Borges
Traiga cuentos la guitarra
de cuando el fierro brillaba,
cuentos de truco y de taba,
de cuadreras y de copas,
cuentos de la Costa Brava
y el Camino de las Tropas.
Venga una historia de ayer
que apreciarán los más lerdos;
el destino no hace acuerdos
y nadie se lo reproche –
ya estoy viendo que esta noche
vienen del Sur los recuerdos.
Velay, señores, la historia
de los hermanos Iberra,
hombres de amor y de guerra
y en el peligro primeros,
la flor de los cuchilleros
y ahora los tapa la tierra.
Suelen al hombre perder
la soberbia o la codicia:
también el coraje envicia
a quien le da noche y día –
el que era menor debía
más muertes a la justicia.
Cuando Juan Iberra vio
que el menor lo aventajaba,
la paciencia se le acaba
y le fue tendiendo un lazo –
le dio muerte de un balazo,
allá por la Costa Brava.
Así de manera fiel
conté la historia hasta el fin;
es la historia de Caín
que sigue matando a Abel.
Dos Canciones Op. 3
Musica: Alberto Ginastera
Testo: Fernán Silva Valdés
Canción al arbol del olvido
En mis pagos hay un árbol
Que del olvido se llama
Al que van a despenarse, vidalitay
Los moribundos del alma.
Para no pensar en vos
Bajo el árbol del olvido
Me acosté una nochecita, vidalitay
Y me quedé bien dormido.
Al despertar de aquel sueño
Pensaba en vos otra vez,
Pues me olvidé de olvidarte, vidalitay
En cuantito me acosté
Canción a la luna lunanca
Al corral del horizonte
Va entrando la nochecita,
Está tan aquerenciada
Porque entra todos los días.
Así estoy aquerenciado
en el corral de tus brazos;
y en el fuego de tus ojos
estoy como encandilado.
Noche de luna lunanca,
Noche de cielo estrellado;
Las horas tienen perfume
Y son los besos más largos.
Ha aparecido la luna,
Sobre el gran claro del cielo
Abarcando todo el campo
Como un perfume un pañuelo.
Así apareció una moza
En el tropel de mis días,
Ella para mí es la luna
Que abarca toda mi vida.
Cuatro Canciones Porteñas
Musica: Astor Piazzolla
Testo: Jorge Luis Borges
Jacinto Chiclana
Me acuerdo, fue en Balvanera,
en una noche lejana,
que alguien dejó caer el nombre
de un tal Jacinto Chiclana.
Algo se dijo también
de una esquina y un cuchillo;
los años no dejan ver
el entrevero y el brillo.
¡Quién sabe por qué razón
me anda buscando ese nombre!
Me gustaría saber
cómo habrá sido aquel hombre.
Alto lo veo y cabal,
con el alma comedida;
capaz de no alzar la voz
y de jugarse la vida.
Nadie con paso más firme
habrá pisado la tierra.
Nadie habrá habido como él
en el amor y en la guerra.
Sobre la huerta y el patio
las torres de Balvanera
y aquella muerte casual
en una esquina cualquiera.
Sólo Dios puede saber
la laya fiel de aquel hombre:
señores, yo estoy cantando
lo que se cifra en el nombre.
Siempre el coraje es mejor.
La esperanza nunca es vana:
vaya, pues, esta milonga
para Jacinto Chiclana.
El títere
A un compadrito le canto
que era el patrón y el ornato
de las casas menos santas
del barrio de Triunvirato.
Atildado en el vestir,
medio mandón en el trato;
negro el chambergo y la ropa,
negro el charol del zapato.
Como luz para el manejo.
Le marcaba un garabato
en la cara al más garifo,
de un solo brinco, a lo gato.
El hombre, según se sabe,
tiene firmado un contrato
con la muerte. En cada esquina
lo anda acechando el mal rato.
Ni la cuartiada ni el grito
lo salvan al candidato.
La muerte sabe, señores,
llegar con sumo recato.
Un balazo lo paró
en Thames y Triunvirato.
Se mudó a un barrio vecino:
el de la quinta del ñato.
Bailarín y jugador,
no sé si chino o mulato.
Lo mimaba el conventillo,
que hoy se llama inquilinato.
A las pardas zaguaneras
no les resultaba ingrato
el amor de ese valiente
que les dio tan buenos ratos.
A Don Nicanor Paredes
Venga un rasgueo y ahora,
con el permiso de ustedes,
le estoy cantando, señores,
a Don Nicanor Paredes.
No lo vi rígido y muerto.
Ni siquiera lo vi enfermo.
Lo veo con paso firme
pisar su feudo, Palermo.
El bigote un poco gris,
pero en los ojos el brillo,
y cerca del corazón
el bultito del cuchillo.
El cuchillo de esa muerte
de la que no le gustaba
hablar; alguna desgracia
de cuadreras o de tabas.
De atrio más bien fue caudillo,
si no me marra la cuenta,
allá por los tiempos bravos
del ochocientos noventa.
Si entre la gente de faca
se armaba algún entrevero
él lo paraba de golpe,
de un grito o con el talero.
Ahora está muerto y con él
cuánta memoria se apaga
de aquel Palermo perdido
del baldío y de la daga.
Ahora está muerto y me digo:
¡Qué hará usted, Don Nicanor,
en un cielo sin caballos,
sin vino, retruco y flor!
Alguien le dice al tango
Tango que he visto bailar
contra un ocaso amarillo
por quienes eran capaces
de otro baile, el del cuchillo.
Tango de aquel Maldonado
con menos agua que barro,
tango silbado al pasar
desde el pescante del carro.
Despreocupado y zafado,
siempre mirabas de frente.
Tango que fuiste la dicha
de ser hombre y ser valiente.
Tango que fuiste feliz,
como yo también lo he sido,
según me cuenta el recuerdo;
el recuerdo fue el olvido.
Desde ese ayer, ¡cuántas cosas
a los dos nos han pasado!
Las partidas y el pesar
de amar y no ser amado.
Yo habré muerto y seguirás
orillando nuestra vida.
Buenos Aires no te olvida,
tango que fuiste y serás.
Chiquilin de Bachín
Musica: Astor Piazzolla
Testo: Horacio Ferrer
Por las noches, cara sucia
de angelito con bluyín,
vende rosas por las mesas
del boliche de Bachín.
Si la luna brilla
sobre la parrilla,
come luna y pan de hollín.
Cada día en su tristeza
que no quiere amanecer,
lo madruga un seis de enero
con la estrella del revés,
y tres reyes gatos
roban sus zapatos,
uno izquierdo y el otro ¡también!
Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.
Cuando el sol pone a los pibes
delantales de aprender,
él aprende cuánto cero
le quedaba por saber.
Y a su madre mira,
yira que te yira,
pero no la quiere ver.
Cada aurora, en la basura,
con un pan y un tallarín,
se fabrica un barrilete
para irse ¡y sigue aquí!
Es un hombre extraño,
niño de mil años,
que por dentro le enreda el piolín.
Chiquilín,
dame un ramo de voz,
así salgo a vender
mis vergüenzas en flor.
Baleáme con tres rosas
que duelan a cuenta
del hambre que no te entendí,
Chiquilín.
Los pájaros perdidos
Musica: Astor Piazzolla
Testo: Mario Trejo
Amo los pájaros perdidos
que vuelven desde el más alla,
a confundirse con un cielo
que nunca más podre recuperar.
Vuelven de nuevo los recuerdos,
las horas jóvenes que di
y desde el mar llega un fantasma
hecho de cosas que amé y perdí.
Todo fue un sueño, un sueño que perdimos,
como perdimos los pájaros y el mar,
un sueño breve y antiguo como el tiempo
que los espejos no pueden reflejar.
Después busqué perderte en tantas otras
y aquella otra y todas eras vos;
por fin logré reconocer cuando un adiós es un adiós,
la soledad me devoró y fuimos dos.
Vuelven los pájaros nocturnos
que vuelan ciegos sobre el mar,
la noche entera es un espejo
que me devuelve tu soledad.
Soy sólo un pájaro perdido
que vuelve desde el más allá
a confundirse con un cielo
que nunca más podré recuperar.